domingo, 11 de octubre de 2009

Mi confrontación con la docencia.



¡Maestra, yo, ni loca! Esas fueron mis palabras en 1977 cuando alguien me preguntó si me agradaría ser maestra en el CBTIS No. 10, escuela en la que cursaba el VI semestre de la carrera de Técnico Secretaria Ejecutiva Bilingüe. Sin embargo, al egresar del plantel, en el mes de septiembre me llamaron para ofrecerme una plaza administrativa y acepté ser la secretaria de la dirección, puesto en el permanecí por dos años, también cubrí algunos interinatos; la directora observó mi interés o preocupación por cumplir como maestra por lo que me apoyó para dejar el puesto administrativo e integrarme en el cuerpo docente del plantel.

Así pues, durante 16 años fui maestra en la carrera de Secretariado y Contabilidad. Algunos de mis maestros me apoyaron mucho para impartir mis clases y puse todo mi empeño en lograrlo; asistí a los cursos de capacitación que impartían en el Plantel para prepararme mejor y vencer el miedo de enfrentarme a las alumnas, algunas de ellas tenían más edad que yo, eso me impactaba enormemente. Por lo tanto, preparaba mis clases, imitaba la forma en que me enseñaron y en la que aprendí, pedía apoyo y estudiaba para explicar todos los temas muy bien para que mis alumnas aprendieran lo que yo quería que aprendieran. Después comprendí que estaba limitando a mis alumnas con esta actividad.

Pasó el tiempo y cuando mis hijos crecieron un poco tomé la decisión de continuar mis estudios ¿Cuál carrera será la mejor? En ese momento acepté que el terreno del aula es un hermoso lugar porque lo que siembras, eso cosechas y elegí ser maestra; por lo que ingresé a la Escuela Normal Superior de Jalisco en el área de Español para adquirir conocimientos del idioma y continuar como maestra en la carrera de Secretariado.

Al concluir mi licenciatura ratifiqué mi vocación, pues un maestro es como un artesano porque damos forma a un producto, a un ser humano, que ideamos y queremos que sea el mejor; así pues, para titularme hice una propuesta pedagógica quería mejorar mi trabajo docente; ahora utilizaba en el aula: proyector de acetatos, televisión, dinámicas de grupo y estrategias diversas para facilitar el aprendizaje de las alumnas; además, conocí algunas teorías que me guiaron. La asesora de tesis me motivó para continuar mi preparación e ingresé a la Maestría porque considero que trabajar con un elemento humano nos compromete a seguir en el proceso de mejora continua.

“Nadie puede hablar de la vida si no la ha vivido” Pertenecer al contexto del Sistema de Educación Media Superior, es para mí un orgullo porque siempre le hemos dado una gran importancia al componente profesional y queremos que nuestras alumnas se integren exitosamente a niveles más altos de estudio o al mundo laboral. Cuando mis alumnas logran sus metas o ganan en concurso me agrada saber que fui su maestra y tal vez colaboré con un granito de arena en ese éxito personal; definitivamente eso me satisface. Cuando percibo que una de ellas es más tolerante, que ya se expresa más en clase, que mejoró su escritura, eso me motiva para continuar. Sin embargo, también veo alumnas apáticas, renegando porque dicen que es mucho el trabajo que solicito, que es mucha tarea y no quieren trabajar ni hacerse responsables de su proceso porque las quiero autónomas y autodidactas. Me he preguntado: ¿las secuencias serán didácticas? ¿El acompañamiento será el adecuado? ¿La forma de evaluación será la correcta? ¿Seré demasiado técnica en mi expresión? ¡Quiero mejorar!

1 comentario:

  1. Hola Maria Teresa.
    ¡Qué coincidencia! Al igual que tu, yo nunca quise ser docente en mis años mozos. Sin embargo por x o y motivo llevo en esto 20 maravillos años. Esta profesión te atrapa para siempre. Tu empeño en seguirte preparando es admirable y gente como tu es lo que se necesita para formar jovenes emprendedores. Felicidades.

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